Quitarse la careta - Javier Navarro Marin - Marketing Córdoba / Lucena / Puente Genil
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Quitarse la careta

Quitarse la careta

Quitarse la careta

El título es muy gráfico, aunque el alternativo no era de una careta, era: “en cueros” y ahora que caigo, igual vende más… Habrá que buscar a uno de marketing que me dé un par de consejos.

Nos suele poner más el rostro de la careta, que el de piel que hay debajo Clic para tuitear

 

Podríamos definir al ser humano común, como un mamífero con “tapadera”, es decir: tapado o cubierto… Y si vamos más allá, se podría subdividir en diferentes tipos, según las coberturas que tenga y el tiempo que las lleva puestas. La mayor parte del común de los mortales, además de la cobertura textil obvia para tapar esos centímetros (o metros) cuadrados de piel, que en demasiados casos, no apetecen aunque llevemos lustros de abstinencia, la tapadera de verdad es una máscara con la pinta del tipo que decimos ser, para ocultar la pinta del tipo que somos… Y no me pregunten por qué, siempre nos suele “poner” más (y creemos que “pone” más a los demás) el que decimos que somos, que el que realmente somos… Igual esto suena un poco a “… la parte contratante de la primera parte…” pero enseguida me explico.

 

 

Si llevas puesta la máscara sólo unos días al año, o eres aficionadete al carnaval, o mi más sincera enhorabuena, porque tiene su punto eso de tener una relación tan sana contigo mismo, vamos, que hasta te caerás bien y todo… Si la llevas puesta bastante tiempo de tu día, o sólo en un área de tu vida, estás en la media, que no tengo muy claro que sea algo bueno, pero vale… Y si eres de los que usas careta la mayor parte de tu vida, cuidado que igual empiezas a confundir el plástico de la máscara con la piel, o igual trabajas en un parque temático, claro… En ambos casos, lo siento, ¡eh!

 

¿Y a santo de qué viene todo esto? Bueno, verán… Hace unos días, un amigo, me contó que a un conocido suyo, le dijo su primo que… Vale, que sí, que ha sido a mí… Que por una vez y sin que sirva de precedente me la quité, pero sin pretenderlo eh! Uno, que tan acostumbrado está a mirar el mundo correctamente filtrado por el cristal polarizado de los ojos de la careta, a respirar el aire por la única abertura que tiene para ello, a sentir tu propio aliento rebotando antes de salir y lo que es más triste: a notar igual un beso que un bofetón…

 

Y aunque lo que me suele ocurrir cuando saco a pasear a Mr. Hyde es: o que acaban cruzándole la cara al momento o que al día siguiente tenga que arreglar los platos rotos el pobre de Jeckyll, que sólo tiene cara de buena persona y de tío majete… Pues como les decía: aunque en esos casos suele subir el pan… No me pregunten por qué, pero ocurrió una de esas cosas que te dejan una cara de imbécil de libro.

 

Ser un borde militante, ácido como un limón en un ojo y rozando la hostiabilidad... me hizo bien Clic para tuitear

 

Resultó que eso de ser un borde militante, ácido como un limón en un ojo e incómodo hasta la “hostiabilidad” (sé que no existe, pero se entiende y debería existir, ¿verdad?), hizo más bien que ser todo un encanto de niño… Y obviando el tratamiento farmacológico que pudiera seguir quien estaba enfrente (que para mí que era endógeno), creo que voy haciéndome a la idea de por qué gustó el de detrás de la careta.

 

Es curioso cómo alguien que apenas te conoce, alguien que te conoce demasiado y alguien que sólo quiere aparentar que te conoce para quedar bien, pueden estar de acuerdo en algo sin tener razón ninguno de ellos, con un lapidario: “no me transmites nada”, que como explicación de un router averiado me vale, pero como definición de un tipo que dice ser un gran comunicador, sienta como diecisiete patadas seguidas en esa parte que se tapan los futbolistas cuando les van a sacar una falta.

 

Y es que hay que reconocer que si no sientes lo que dices, si no te lo crees ni tú, ¿cómo pretendes que te crea el de enfrente? Clic para tuitear

 

Amigo: por muy «estudiadito» que tengas el papel de caballero de brillante armadura, por muy buen chico que te hayas creído que eres, o que te hayas contado que debes ser, sabes qué es lo que realmente te hace sentir vivo… Y si no lo enseñas, no te comprarán… A fin de cuentas: ¿Quién querría un sucedáneo, por muy caviar que sea, cuando puede tener algo auténtico, aunque esté destilado en barrica de 35 años?

 

En fin, que qué quieren que les diga: visto lo visto, igual le voy cogiendo el gusto a ir sin casco por la vida (no por la carretera, no me sean imbéciles), que eso de sentir y hacer sentir el viento en la cara, aunque de vez en cuando toque tragar algún mosquito, es un verdadero gustazo.

 

 (publicada en prensa y radio: 2015)

 

Comentario anexo:

Esta se nota que es más reciente, pero casi no la recordaba… ¡Y me ha gustado! Así que nada que añadir… ¡Caretas fuera!

 

Gracias por leerme!

Javier Navarro Marin

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